miércoles, 19 de mayo de 2010

Casa Lilica


El mejor lugar donde nos hemos hospedado en todo el viaje. Se ubica en medio de árboles, todo verde alrededor. Esta a tres cuadras de la playa, sobre el morro, por eso también nos sentíamos en el medio de la nada, rodeados de selva. La habitación tenía una cama hermosa y súper cómoda y el baño era espectacular. Y encima! Teníamos balcón propio, con una mesa y unas sillas. Estábamos súper contentos, más allá de que el balcón nunca lo usamos. Todas las mañana desayunábamos en la cocina, al aire libre, escuchando sólo el sonido de la naturaleza y quizá la exprimidora. Nunca desayuné tanto en mi vida, sandwich riquísimos, ananá, melón, mango, tostadas con mermeladas, pancitos dulces, tostados, etc y muuucho café con leche. Que felicidad. El dueño de la posada, Leandro, es un hombre muy amable. Nos contó que él vivió mucho tiempo en Florianopolis y que luego se vino a Ilha Grande para poner su posada y su restorán. Y, obviamente, también hace paseos turísticos. Cuando se vive del turismo se puede aprovechar todo tipo de rubros. Nos identificamos mucho con ese señor, creo que sería nuestro sueño poder lograr todo lo que hizo ese hombre. La verdad es que fue absolutamente agradable nuestra estadía allí, en la posada, en Ilha Grande. Es altamente recomendable :)


Mi maravilla en el mundo


Creo que estoy enamorada de Brasil. Cada vez que pienso en los lugares que conocí de ese país, que no fueron muchos, me agarra una alegría inmensa. Es que todo lo que vi me encantó, todos los lugares me generaron mucha felicidad y un bienestar que no se puede explicar, es mi segundo hogar. La alegría que tienen es contagiosa, y admirable ya que problemas tienen, muchos. Un Argentino que hace unos meses vive en Ilha Grande nos contó que había visto una entrevista de un joven que vivía en una fabela, que no tenía nada, y que la periodista le preguntó por qué sonreía tanto, a lo que el joven le contestó “no tengo tele, mesa, ni cama.. encima quiere que tampoco sonría?”.

Ilha grande es una gran sonrisa. El lugar es hermoso y tiene variedad de playas. Algunas son lagunas, otras playas con olas fuertes y la frutilla del postre es Lopes Mendes. Nosotros nos hospedamos en Abraao, que es donde se encuentran la mayoría de los hospedajes y esta preparado para el turismo. De allí salen barcos, autos y caminatas hacia todas las playas. Como siempre el primer día uno pierde mucho tiempo buscando un lugar donde dormir. Yo esperaba en la calle sobre el mar y Gonza fue a buscar por los alrededores. Al final fui yo quien consiguió hospedaje, allí paradita me ofrecieron una variedad de posadas, hostels y optamos por una posada que parecía atractiva y era barata. Elegimos la mejor.


Maldito hijo de puta

No se asusten, el viaje estuvo bien, el señor fue súper amable. A mangarativa hay en auto un poco más de una hora de viaje. El taxista tenía una camioneta ford muy moderna, nos mostró de todos modos que estaba asociado al sindicato de taxis. Charlamos todo el viaje, nos fue indicando por donde iba y llegamos a Mangarativa. Muy bonita, una bahía al estilo Taganga pero como cien veces más grande y con muchísima más población obviamente. Nos dejó en el puerto, donde debíamos tomar el barco hacia Ilha Grande. Ahí comenzó todo.

Nos bajamos del auto, sacamos las valijas y gonza se acercó a pagarle. Yo miraba atentamente a ver si el tipo le pedía la plata acordada, y escucho que gonza le dice 120 reales. Es que tiene la maldita costumbre de querer darle más dinero al que es buena onda, yo ya le expliqué que la gente es buena pero no boluda, no te va a llevar a ningún lado si pierde plata, menos quién trata con turistas.

Gonza le da un billete de cien reales y otro de cincuenta y el tipo le explica que no tiene el vuelto para darle, entonces mientras gonza intentaba explicarle que le diera el billete de cincuenta que él iba a conseguir cambio, veo que el tipo con mucho cuidado cambia el billete de cien por uno de dos reales (muy astuto y lo hizo con una mano, casi imperceptible). Entonces obviamente le dice a Gonza que no le dio uno de cien sino uno de dos. Una cólera me agarró, inmediatamente me acerco y en voz alta le digo a Gonza “Le diste un billete de cien pero te quiere cagar, yo vi como lo cambió”. Como verán todavía siento bronca.

El tipo justo ahora no entendía castellano pero habíamos estado hablando todo el viaje. Le discutimos a muerte que nosotros le dimos de cien y el tipo se hacia el boludo de una manera espectacular, casi envidiable. Al final se dio cuenta que no podía cargarnos y nos dio el cambio, los treinta reales que nos correspondían y nos fuimos. Encima tuvo la caradurez de decirnos que nos dejaba el teléfono para que lo llamemos cuando querramos volver a Rio! Hijo de mil puta y la concha de tu madre. Decir que en ese momento uno queda ciego pero le tendríamos que haber sacado el billete de cincuenta de la mano y ninguna propina forro de mierda. Les juro que esto fue lo que más bronca me dio de todo este viaje. Ahh!

Caminamos unos pasos y enseguida un hombre nos gritó “ilha grande”. Allí fuimos, un barco blanco, nos sentamos y esperamos. Salimos como a la hora. Como era feriado el ferri que va siempre no funcionaba, así que el barco particular sale una vez que junta la gente necesaria. El viaje en barco es casi de una hora, muy bonito.


Ay Rio...


A las dos de la tarde salió nuestro bus a Rio de Janeiro. Un modelo bonito, nuevo pero un poco incómodo porque los asientos no se reclinaban mucho y dormir ahí fue complicado. A veces parece estúpido que les hable de los micros pero entiendan que para nosotros el bus es como elegir qué cama comprar. Es nuestro segundo hogar.

Brasil es un país que evidentemente esta creciendo pero Rio de Janeiro es un real problema. Seguramente Copacabana e Ipanema, que ya lo conoceremos más adelante, son hermosísimas pero el resto es triste. Todas las casas que más o menos están bien estructuralmente se encuentran llenas de graffitis (no de los artísticos y vanguardistas, sino de los pandilleros o no sé cómo llamarlos). Es increíble la cantidad de gente que vive en los morros, las casas pequeñas e humildes. Pero lo peor seguramente es la violencia y esa guerra que hay entre traficantes y la policía.

La terminal queda en un barrio bastante feo y no es recomendable andar tomando buses, si alguien anda por allí guárdese algún dinero para tomar taxi y no andar arriesgándose. Nosotros llegamos otra vez un feriado a Rio, hablamos con un taxista que podía llevarnos hasta el aeropuerto para cambiar el resto de los dólares (teníamos que cambiar bastante porque en Ilha Grande -nuestro próximo destino- no hay nada) y después a Mangarativa (allí tomaríamos un barco a la isla) por 100 reales. No teníamos muchas opciones, pero después el taxista nos dijo que probemos de cambiar en Pluma (una de las empresas de micros) y pudimos comprar los reales a buen precio. Con gonza nos daba lastima ahora tener que decirle que no al taxista que nos había ayudado, el viaje en micro nos costaba 70 por los dos, había diferencia pero podíamos darnos el lujo de viajar rápido, en auto y encima ayudar a un trabajador. Fuimos con el taxista hasta Mangarativa, otro error más! No hay que confiar en nadie!!

El hotel galeria y el "Once" de Brasil


Después de llenar nuestra pancita nos fuimos a buscar un lugar donde dormir, algo económico. Nos metimos en un hotel-galeria, A Magia da Moda. Abajo era una galeria con locales de ropa de todo tipo y arriba tenía la misma estructura pero habían transformado los locales en habitaciones y había un baño al estilo club (pero más pequeño), uno para varones y otro para mujeres. Ya estoy tan acostumbrada a dormir en micros que duermo mal en las camas.

A la mañana siguiente dejamos la habitación a las ocho, fuimos de nuevo al shopping y mientras Gonza buscaba cómo llegar a Ilha Grande en el internechi del lugar, yo me fui a buscar cambio. Ahora todo abierto era mucho más fácil. La ciudad es muy grande, y dicen que es la que mayor metro cuadrado de verde tiene por habitante, es verdad. Vi muchísimos locales de compra y venta de ropa, libros, música. Todo super barato, así que cuando volví al shopping nos fuimos a recorrer por los alrededores. Donde estaba nuestro hotel también había una cantidad enorme de locales tipo once, con venta al por mayor y menor. Prendas desde 5 reales, realmente era para comprarse todo. Caminamos bastante, y yo me compré una bikini super barateli con los colores brasileros y una remera también de ese estilo a 7 reales!!! Barato. También encontramos dentro de una de las ferias un restaurant a 13 reales el kilo. Ni lo pensamos, comimos ahí, estaba riquisimo, comida casera y sana.

Luego descubrimos que todos los locales son baratos porque es directo de fabricante. Allí en Goiânia sale la ropa para todo el país. Quien viaje por Brasil recuerde llevar una valija vacía y pasar por Goiânia.

Cambiando el destino..

Durante el camino a Goiânia nos planteamos cambiar el pasaje, en vez de Salvador, Rio de Janeiro. De esa manera íbamos a estar más tranquilos con la plata y, además, cuando nos enteramos que teníamos que gastar otros 600 reales de Salvador a Rio, ni lo dudamos. Si bien era feriado, cuando vimos la terminal de buses pensamos que siendo tan grande y teniendo un centro comercial tenía que haber una maldita casa de cambio. Primero nos dirigimos a la boletería de la empresa que nos llevaría a Salvador. La buena noticia: Nos cambiaban el destino a Rio sin problemas. La mala: Salíamos recién mañana y al ser feriado no había quién nos cambiara dólares. O sea, otras 24 horas sin comer. Lloré.

Preguntamos en todos lados, nadie nos cambiaba y las respuestas eran todas las mismas. No hay nada abierto un feriado. Desesperación, hasta que se me ocurrió preguntarle al muchacho que guarda las valijas. Conocía a alguien que cambiaba, consultó por teléfono pero ya no estaba en la terminal así que le pregunté si no me cambiaba él ya que realmente lo necesitaba porque hacia unas 48 horas que no comía. El chico se apiadó de mi y me dio el sí. Sólo pudo cambiarme 50 dólares pero eso era suficiente, con ochenta reales tirábamos hasta el día siguiente. El joven me pidió por favor que fuera a comer urgente, y así fue. Gonza comió unas hamburguesas de Mc y yo un super sandwich en Subway, te hice el honor agos (aclaración: era un patio de comidas de shopping, no había comida sana).

Camino a Brasil


Para ir a Brasil hay que hacer un largo camino, como el primero que hicimos, de Sao Paulo a Rio Branco pero esta vez sería de Rio Branco a Salvador, que inclusive es más largo. De Cuzco partimos a Puerto Maldonado, un camino terrible, un poco más de lo mismo pero este es de tierra en vez de asfalto. Luego viajamos a Rio Branco, esta vez cruzamos el río, aquel de la balsa, pero de día. Divertido, no tan temeroso como la primera vez, aunque subir y bajar la valijas (aún siendo estas más chicas que las anteriores) todavía era una aventura. Una vez en Rio Branco pasamos la noche allí y a la mañana siguiente fuimos a averiguar por los pasajes, carísimos. El micro salía en ese mismo momento, pagamos en dólares y nos fuimos con dólares en el bolsillo, sólo cuatro reales, error.

El viaje duró dos días y medio y lo único que comimos durante el trayecto fueron unas galletas saladas y un sandwich porque en ningun lugar nos querían cambiar dólares. A todo esto, los dos días y medio de viaje fueron sólo para llegar a Goiânia, de ahí teníamos otro micro a Salvador de más de un día de duración. Pero pensamos: podemos cambiar dinero en Goiânia ya que tiene pinta de ciudad. Y si, es una ciudad enorme pero lamentablemente llegamos un feriado. Todo cerrado.

Los feriados en Brasil son realmente feriados, nadie trabaja. Más adelante un taxista garca nos confirmaría que lo mejor de vivir en Brasil es que se trabaja poco porque hay muchísimos feriados. Nos estábamos muriendo de hambre y yo comenzaba a desesperarme.