Y llegamos a Trujillo un domingo. Para el que viaje al Perú, debe tener en cuenta que al momento de bajar del micro tiene que respirar hondo y tratar de no putear a todos los taxistas que se te acercan tratando de convencerte que te subas a su taxi y todos los que están a tu alrededor insistiendo con que el hostel que te ofrecen es el mejor del mundo. Salimos corriendo de la terminal y luego de una cuadra nos detuvimos y le preguntamos a un joven que pasaba para donde queda el centro, eran sólo siete cuadras y los taxistas nos querían cobrar cualquier cosa, es la vivesa de aprovecharse del que no sabe nada de la ciudad a la que llega.
Caminamos con las valijas, lo más barato que encontramos después de caminar unas siete cuadras fue el hostel El Mochilero con wifi, agua caliente (muy importante), cocina y baños compartidos. La habitación era pequeña, muy pequeña, Wifi sólo había en el comedor común y el agua salía fría. Pagamos sólo un día y nos la pasamos buscando otro hostel que fuese mejor, este encima era caro por lo que nos daban. El hostel era muy bonito, la cocina y el comedor común era al aire libre con sillones, mesas y hamacas paraguayas pero el servicio era pésimo. Ni hablar que encima cuando estábamos cenando esa noche de repente sentí un golpe en la espalda y cuando miré hacia abajo para ver qué me había golpeado veo que era una rata mediana que había caído del techo, excelente! Esta de más decir que no es recomendable..
Jajajajaja, llueven ratas! Esa es una buena reseña del hostel.
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